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¿Cuántas red flags hay en 'Yo soy Betty, la fea'?

Hablemos de lo que está mal en ‘Yo soy, Betty la fea’...

‘Yo soy, Betty la fea’ es una de las telenovelas más entrañables de Latinoamérica; fue un éxito en 1999, cuando se emitió por primera vez en Colombia y paralizó al país, a tal grado que la debían transmitir en la radio para que nadie se perdiera ni un detalle de la historia.

Volvió a ser un éxito cuando se re-transmitió a otros 180 países como: México, Venezuela, Perú y Chile. 

Y el éxito siguió en sus 28 adaptaciones por todo el mundo, incluso cuando llegó al catálogo de Netflix, pero... Si la telenovela original se emitiera por primera vez en estos tiempos, habría muchas “red flags” y razones para cancelarla…

Desde que Betty llega a Ecomoda, todo es discriminación por su apariencia. Ella es, profesionalmente, la mujer más preparada que ha pisado la empresa, pero su simple apariencia la pone en desventaja.

A lo largo de 250 episodios, vemos a Betty sufrir escenas de discriminación de parte de todo tipo de personas: hombres, mujeres y hasta niños. Y muchas llegan a ser crueles e inhumanas, pero las aceptamos porque se nos presentaron de forma cómica, como aquella en que Don Armando fantasea con esconder a Betty en el maletero de su auto para que nadie lo vea “con una fea”.

Como ya dijimos, si estas escenas se grabaran en la actualidad, probablemente habría peticiones por todas partes para cancelar la telenovela, pero el creador de Betty tenía una justificación para mostrarnos esta historia que podría seguir siendo vigente. 

En 2006, Fernando Gaitán le confesó al The New York Times que sus novelas eran "de la calle", un reflejo casi inmediato de la realidad y reveló que a Betty la creó luego de ver cómo vivía una secretaría del canal RCN: una mujer que trabajaba rodeada de “hermosas actrices”, pero que, a pesar de ser la más eficiente, era una mujer marginada y fue hasta que renunció, que su jefe admitió que no podía vivir sin ella.

Betty no es la única que sufre discriminación, en este universo parece existir una regla en la que: si las personas son ricas, poseen lujos y buenos puestos de trabajo, se le va a considerar “bellas”; mientras que si son personas de clase baja, viajan en bus y apenas llegan al puesto de secretarias o mandaderos tienen, en automático, la etiqueta de “feas”.

Ejemplo de esto son todas esas escenas en que Hugo Lombardi se encuentra con el “Cuartel de las feas”.

También el trato que le da Daniel Valencia a Patricia Fernández cuando descubre que “es pobre” y que es capaz de hacer cualquier cosa por tratar de mantener su estatus de “alta sociedad”.

Y hablando de estos dos, en ‘Yo soy Betty, la fea’ también hay acoso sexual, mucho acoso sexual, de parte de personajes masculinos como Hugo, el marido de Berta, Freddy y hasta don Hermes.

Nicolás y Roberto, la mayoría de los hombres son acosadores y hasta depredadores sexuales. 

Recordemos que Daniel, literalmente, abusó sexualmente de Patricia en su segundo encuentro y la degradó en cada oportunidad que tuvo.

Gutiérrez utilizó su poder para abusar y chantajear laboralmente a Aura María, y encima se la pasaba persiguiendo mujeres en otras áreas de Ecomoda.

En cuanto a Armando, aunque muchas lo recuerdan con cariño como el “galán” de la historia, fue un "machito depredador" que, junto a Mario, veía en las modelos sus presas de caza. 

Mario era idéntico, con la diferencia de que era más abierto al respecto. 

En una entrevista para el programa colombiano ‘La tele letal’, Jorge Enrique Abello declaró que esta telenovela “Tiene todos los códigos de lo que hoy no se podría hacer”. 

Pero al mismo tiempo aseguró que para él, eso es una “hipocresía cultural”, porque las situaciones que se presentaban en la comedia, siguen ocurriendo en la actualidad, pero con la diferencia de que hoy en día no es políticamente correcto mencionarlas.

Y ya que estamos hablando de Don Armando, hablemos del bullying en Ecomoda .

Aunque reímos con muchos de sus ataques de rabia, Armando era un hostigador que creía que, por tener la presidencia, tenía el derecho a maltratar a sus empleados y
Betty fue su principal víctima. 

La mujer vivía altos niveles de estrés por "hacer bien su trabajo" sin tener problemas con el presidente, la prometida del presidente, el cuñado, los padres, el diseñador, los bancos, los accionistas, etc…

Trabajaba en una bodega, en la que incluso podía quedarse encerrada sin que alguien la escuchara y a todo eso le sumamos los espantosos gritos de Don Armando.

Aunque los gritos eran el pan de cada día en Ecomoda

Una escena que ha alterado a las nuevas generaciones que ven ‘Yo soy Betty, la fea’ en Netflix, es cuando Armando jala el cabello a Patricia. Este simple acto hoy en día merece una buena demanda y muchos miles de  pesos en un cheque de indemnización.

Y hablando de las las nuevas generaciones que se han aventurado a disfrutar de esta telenovela colombiana, una de las principales quejas es el final de Betty. 

Para muchos fue decepcionante, tanto por su transformación como por su decisión de quedarse con Armando y hasta formar una familia con él. 

En 2014, un periodista cuestionó a Fernando Gaitán sobre la razón del éxito de su telenovela, a lo que él respondió: “Betty es un fenómeno mundial por dos factores: toca o hiere la vanidad femenina más primaria, y eso hace que se generen efectos de solidarización y un sistema de afectos en cualquier sitio. Su historia, además, se sigue con el corazón en la mano, y esa posición vuelve adicto al espectador".

En aquel momento Gaitán reveló que para no traicionar a Betty, quien siempre se inclinó más por su inteligencia, que por la belleza, decidió hacer caso de las exigencias del público, que ansiaba ver un cambio a su manera.

Por ello, la transformación se dio gradual y natural, lejos del quirófano o algo que ocurra de la noche a la mañana.

¿A ti te gustó el final? 

A pesar de todas las cosas horribles que ya repasamos, ‘Yo soy Betty, la fea’ siempre tendrá un lugar especial en nuestros corazones, porque no fue una simple telenovela.

Este programa, que sacudió al mundo, nos dejó grandes enseñanzas sobre el poder de las mujeres, sobre la importancia de apostar por la inteligencia y trabajar unidas para cambiar esos viejos patrones que solo provocan violencia.

Y más allá de cancelarlo, debemos entender el contexto  en el que fue producido para usarlo como la guía de lo que no debería seguir siendo normalizado hoy en día.



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